Durante la crisis ocasionada por el COVID-19 la tecnología ha desempeñado un papel muy importante para permitir el trabajo remoto, como la digitalización y la inteligencia artificial. Debido a que en la llamada “nueva normalidad” es importante reducir el contacto con elementos de mucho uso, como las puertas o los botones de ascensores, la implementación del reconocimiento facial se ha convertido en una tendencia para incrementar la seguridad.
El reconocimiento facial es una de las tecnologías temidas por muchas personas, especialmente por aquellos que creen que serán vigilados y controlados, o bien, que puede causar daño en el iris. Sin embargo, esas ideas están totalmente equivocadas, ya que los sistemas de reconocimiento de rostro ayudan a incrementar la seguridad al ser tecnología biométrica de alta precisión para dar acceso a infraestructuras críticas, información, sin contacto e incluso puede usarse en el trabajo remoto.
Con esta tecnología el uso de tarjetas de acceso ya no es necesario, tampoco se necesita poner el dedo para la lectura de huellas digitales en un dispositivo compartido por cientos de personas, por lo que ayuda a controlar la propagación de virus y bacterias: una necesidad para evitar los contagios de COVID-19 y otras enfermedades.
¿El cubrebocas es un desafío para el reconocimiento facial?
Los protectores faciales como cubrebocas, goggles y caretas se han convertido en el primer mecanismo de defensa para evitar que el virus ingrese al cuerpo a través de ojos, nariz y boca, por lo que cubren el rostro y pueden ser un obstáculo al utilizar controles de acceso biométricos.
Idealmente, los sistemas de control de acceso con reconocimiento facial no deben evitar que las personas tengan que retirarse sus protectores faciales para ingresar, pero los algoritmos que utilizan los sistemas de reconocimiento facial aún tienen dificultades para leer los rostros cuando están cubiertos.
Lo anterior no es algo sorprendente si tomamos en cuenta que los seres humanos nos enfrentamos al mismo desafío, ya que los sistemas de inteligencia artificial se basan en trabajos psicológicos de investigación sobre los mecanismos de atención, memoria, reconocimiento e identificación visual de los humanos. Estas investigaciones revelan que las personas reconocemos los rostros de forma innata y sistemática al identificar la región triangular formada por los dos ojos y la boca.
Por lo anterior, cuando una persona porta un cubrebocas o mascarilla, el mecanismo natural de reconocimiento del rostrro se dificulta y toma un poco de tiempo adaptarse a la nueva configuración del rostro. Y, en el caso de los algoritmos de reconocimiento facial, el mecanismo es similar ya que, al basarse en inteligencia artificial, aprenden constantemente y se adaptan a la nueva estructura de las caras cubiertas.
¿Cómo aprenden los algoritmos de reconocimiento facial?
Como mencionamos anteriormente, estos sistemas se basan en la Inteligencia Artificial, específicamente en las técnicas de aprendizaje automático y profundo, por lo que recopilan millones de imágenes faciales utilizadas para su entrenamiento, con variaciones como iluminación, poses de la cabeza, gestos, fondos, oclusiones faciales como anteojos, bufandas, barbas o gorras.
Para que los sistemas de reconocimiento facial identifiquen a las personas con protectores faciales se requiere la recopilación de nuevas imágenes de entrenamiento para los algoritmos; otros trabajos académicos han introducido mecanismos de atención visual para que el algoritmo centre su atención en regiones específicas, como el iris o la pupila del ojo, de modo que los sistemas de reconocimiento facial pueden analizar correctamente los rostros sin la necesidad de que los usuarios se retiren los cubrebocas.
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